Estos son días transparentes.
Quizás esta bella época del año, en la que todo brilla más -las santarritas te encandilan, los árboles refulgen de hojas nuevas- permite también que todo se haga más visible.
Al mal incluso le da como una euforia primaveral y se exhibe, orondo, impúdico, fanfarrón incluso.
Son días en los que los pobres medios hicieron venir a sus hermanos mayores de la SIP para que vociferen que aquí la libertad de prensa está amenazada, titular con el cual uno podría coincidir; mientras subsistan los monopolios mediáticos la libertad de prensa no es que esté amenazada:
es que no existe.
Estos son día en los que Carrió agregó a sus hábitos de mentirosa -después de las tres últimas elecciones dijo que no volvería a presentarse a otras- la virtud de la cobardía: ahora resulta que delante de la jueza dijo que no acusó a Duhalde de narco, sólo de "ser el responsable político del crecimiento del narcotráfico en la provincia de Buenos Aires", agregando cobarcínicamente ante los micrófonos que siendo que el país tiene montones de cosas importantes que resolver no entendía que dos políticos se estuvieran querellando por algo que ella dijo "políticamente", con lo cual muchachas/os les cuento que pueden decir cualquier cosa de cualquiera, y si alguien se ofende digan inmediatamente "pero ché, notenojés, te lo dije políticamente". Quiero dejar claro que no estoy hablando de Duhalde: estoy hablando de Carrió.
Pero la palma se la lleva el
artículo (más bien manifiesto) de Clarín
"Todo el poder de la soja", titular descarnado donde los haya que hace referencia (y loas) a la creación en Buenos Aires de la nueva Alianza Internacional de Productores de Soja (ISGA, por sus siglas en inglés), que está integrada por las principales entidades que representan a las cadenas sojeras de Argentina, Brasil, Estados Unidos, Paraguay y Uruguay, que suman el 90% de la producción mundial, y que tendrá su sede permanente en Buenos Aires.
Y ahora viene el momento de decir "yo te dije" (
ver mis posts de junio "Sojanismo I, II y III), y me cito:
... "El sojanismo subió entonces un peldaño en el imaginario nacional: ya no sólo había practicantes: ahora había creyentes."...
Para prueba, este párrafo:
"Guillermo Prone, de ACSOJA, explicó que ISGA quiere ser la voz de las cadenas de la soja y explicó cuáles son los lineamientos básicos de su
credo."
En definitiva (sigo citándome)
..."Y perdimos. La situación actual es la siguiente: los que practican el sojanismo en forma intensiva exigen ahora que no sólo se les permita seguir ejercitando su adicción sin interferencia ni gravamen alguno, sino que además todos adhieran a sus prácticas. Y los que no, que se vayan. O que se callen. O que se mueran."
Más perlas:
"El anfitrión fue Rodolfo Rossi, un reconocido genetista que preside ACSOJA..."
Qué susto. Un productor con la profesión de Mengele.
Y se disculpa diciendo que:
..."la soja trajo enormes beneficios, pero también algunos perjuicios, que se pueden remediar."
Esto es: Los beneficios son para los productores, y los perjuicios para el resto; ya reconocen que existen, y estamos en sus manos para que los remedien, lo cual resulta bastante preocupante.
(por cierto, muchos de esos perjuicios no tienen remedio)
Pero la máxima se la lleva:
"Joao Viaña, especialista brasileño contratado por la nueva alianza, presentó los lineamientos centrales del Manual de Buenas Prácticas Agrícolas que impulsan, que incluirá los siguientes puntos..."
Por una parte, el hacer público que se está elaborando un manual de buenas prácticas es un reconocimiento a gritos de que todo son malas prácticas, lo cual debería cerrar la discusión sobre quien es el beneficiario real del cultivo de la soja.
Los manuales de buenas prácticas son el colmo del neoliberalismo, es decir, en un mundo sin reglas (como debe ser), uno se autorregula. Estos manuales están en todas las multinacionales, sobre todo, en las que salieron en los diarios quebrando al mismo tiempo que sus dirigentes se llevaban decenas de millones de dólares en "incentivos". Las "buenas prácticas" forman parte de los neologismos de ese mismo paquete, "buena gobernanza", "crear valor para el accionista", etc., pantallas de humo para distraer a dirigentes y sociedad.
Los resultados están a la vista.
Pero queda un dato concreto y crítico, el peor, el más preocupante:
..."por supuesto que no es sustentable hablar de 19 millones de hectáreas de soja y sólo tres de otros cultivos, como habrá en esta campaña"...
Obsérvese que para que la cosa no salte a la vista, pusieron 19 en número y tres en letra.
La realidad es 19-3.
Es decir, atados de pies y manos.
Ganamos -de momento- la batalla del aire, con la ley de medios.
La batalla de la tierra es ineludible. No hay excusas. La realidad es que nos tendría que dar exactamente igual que los chinos cambien de dieta, porque en definitiva ese "cambio de dieta" puede suponer un cambio radical en la nuestra: que dejemos de comer. Y esto sólo para que los miembros de la ISGA se transformen en una nueva OPEP verde poroto maldito y se hagan cada vez más ricos.
Está demostrado que cualquier nación dedicada al monocultivo está condenada.
Y las retenciones son un ingreso fiscal que depende del arbitrio del gobernante de turno: sabemos que
todas las alternativas a los K las quitarán. No son un aliciente: son un pacto con el diablo a la manera de Fausto.
El mal salió a pasear en primavera, y nos distrae con sus Carriós, Duhaldes, SIP's y malignos paros de subte; detrás de sus oropeles refulge, acechante, el brillo verde de la soja.