Esta mañana -mañana porteña- tomamos un taxi.
Dijimos la dirección, el taxista: "podría indicarme cómo ir, es que es mi primer día?". Ningún problema, la próxima a la izquierda.
Mi acompañante, risueño: "Le vendría bien un GPS".
"Me lo van a poner, pero igual, en esta ciudad no se puede usar el GPS, si usted me dijera en los países normales, que se maneja normalmente; acá habría accidentes todo el tiempo".
Me vi enrojecer en el espejo del taxi.
"¿Usted vivió en otros países?"
"No, pero..."
"¡¡¡¿Y entonces cómo sabe?!!! Yo sí viví en otro país, y sé que el GPS es culpable de muchísimos accidentes al punto de que en varios países se preguntan si no habría que prohibirlos. Y sé que en Madrid el tráfico es muchísimo peor que acá, que los madrileños tienen la puta costumbre de dejar los autos en doble fila durante horas y...."
Me callé.
Me ocurre muchas veces en los taxis, en las colas, en conversaciones circunstanciales.
Lo que acabo de contar no tiene que servir para que los que lo lean confirmen que los argentinos (los demás argentinos) son unos pelotudos que hablan de cosas de las que no saben.
Son seres humanos vulnerables, como todos, a la mentira, sobre todo a la repetición machacona y constante de la misma.
Al punto de alcanzar a veces una especie de éxtasis de sufrimiento que la mayor parte de las veces no condice con su situación personal.
Y esto no es gratuito ni inocente: esta es una herida que tiene consecuencias permanentes en la vida comunitaria.
El alimentarlo es un acto de maldad cuyo único fin es tenernos a todos divididos y enojados. Ya sabemos perfectamente quienes ejecutan diariamente ese acto de flagelación (sin el auto) colectiva, y para qué.
Quizás fuera una buena idea crear un espacio en el cual ir publicando casos como el que acabo de describir; situaciones de esas que evidentemente sólo pasan en la Argentina y que ocurren en todas partes, sobre todo en los países en serio.
De esas cosas que escuchamos por ejemplo viendo -en Argentina- el partido de España con Argentina, hablando de lo maravilloso que es el público allá comparado con el de acá. Vi el partido acompañado de un español: a él le llamó la atención el comentario.
Eso sí, no mencionaron una palabra -por ejemplo- sobre los grupos ultras -sus barras bravas- de allá, que presionan a los jugadores, están entremezclados con las directivas, se citan para cagarse a trompadas y hasta para matarse.
Bien, el espacio se llama http://lospaisesenserio.blogspot.com/, y me encantaría que me manden todos los ejemplos, links, ideas, etc que tengan al respecto; que este sea otro pequeño espacio de construcción colectiva. No necesariamente tienen que ser tragedias; cosas que simplemente demuestren que nuestra (a)normalidad es tan (a)normal como la suya.
A ver si entre todos podemos ayudar a esa gente a darse cuenta que los países en serio están llenos de seres humanos como los de acá, con todas sus características, buenas y malas; que las circunstancias históricas, geográficas y hasta climáticas pesan en cada momento.
Y que este es un país en serio o en joda, según se mire, como todos los demás.
Los españoles, que viven en un país en serio, dicen que en todas partes se cuecen habas.
Por algo será.
PD: Pueden comprobar lo de los GPS's y sus consecuencias en los países serios pinchando aquí , aquí , aquí....
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